¿Cómo vivir la experiencia Trinitaria?

¿Cómo vivir la experiencia Trinitaria?

Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo

Dios, es un Dios que es Padre, que se ha querido acercar a nosotros y ha entrado en nuestra historia, que nos conoce y nos ama. Un Dios que es Hijo, que se ha hecho Hermano nuestro, ha querido recorrer nuestro camino y se ha entregado por nuestra salvación. Un Dios que es Espíritu Santo y nos quiere llenar en todo momento de su fuerza y su vida.

Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo

Una fe más simple y sencilla, pero más auténtica y comprometida

 Más allá de medio entender esas elevadas elucubraciones teológicas sobre el Misterio de la Trinidad (claro que la razón humana tiene el derecho y el deber de profundizar la fe hasta donde le alcance su capacidad), lo fundamental e interesante es descubrir qué significa «creer en la Santísima Trinidad». Con sencillez, y para no seguir complicando las cosas, podemos afirmar que creer en la Trinidad es comprometerse a construir Comunidad. De tal manera que la violencia, el desamor, la injusticia social, la división, la inequidad, son signos preocupantes de ausencia de fe trinitaria, es decir, de ausencia de verdadera fe.

Lo más importante no es ser capaz de explicar la Trinidad. Lo más importante es que este Misterio sea capaz de cambiar nuestros corazones y aumentar nuestro amor. eso es «nacer de nuevo».

Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo

Por lo tanto, el Evangelio en esta solemnidad no trata sobre ideas, sino sobre hechos: lo que la Trinidad ha hecho por nosotros; cómo se relaciona la Trinidad con nosotros.

Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo

 María Virgen es modelo de una íntima relación con el Misterio de la Trinidad. Ella es la hija amadísima de Dios el Padre. Él la preparó para ser la Madre de su Hijo y quiere que sea Madre de los cristianos. Tuvo con el Hijo de Dios la más íntima relación posible a una creatura. Lo acogió en su seno, lo alimentó, le ayudó a crecer, le enseñó a ser Dios en la realidad del hombre. Siempre discreta ante él lo acompañó hasta la Cruz en que moría por la salvación del mundo. Y lo sigue amando y sirviendo en su Cuerpo místico que es la Iglesia. El Espíritu es su esposo. Su poder le dio la capacidad para ser la Madre de Dios. La guió en esa maravillosa pero difícil tarea de dar vida al Hijo de Dios en el mundo.

Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo

Para espiritualizar la VIDA

Si cada vez que participo, por ejemplo, en una Eucaristía, experimento que eso no es un «recuerdo» de algo pasado, sino un acontecimiento actual del que yo soy protagonista… es que el Espíritu anda por medio. 
         – Si al escuchar en silencio lo más profundo de mí mismo, siento un eco que grita «Abba, Padre» y me hace descubrirme como Hijo… es que el Espíritu anda por ahí dentro. Sí: Dios dentro.
         – Si me considero propiedad personal de Dios, y vivo consagrado a Él, dejando que ese Dios se exprese por medio de mis palabras, mis miradas, mis manos y mis pies, si dejo que mi corazón lata al ritmo del Amor… es que tengo experiencia del Espíritu.
         – Si siento la urgencia de contar a otros lo que Dios ha hecho conmigo, si busco hacer nuevos discípulos, si he descubierto que tengo una tarea evangelizadora para hacer cada día… es que creo en el Espíritu de Dios.
        – Si siento una fuerte llamada a ir cambiando mi vida, a no cansarme de luchar para crecer, a desterrar el pecado que se me agarra en el alma, si siento que 70 veces 7 Dios me perdona, me hace hombre nuevo, me dice «vete en paz»… es que sé quién es el Espíritu Santo.

Templo dedicado a la Santísima Trinidad

El Padre Jaime Muñoz Párroco de la Parroquia de la Santísima Trinidad en Popayán comparte la alegría de celebrar la fiesta patronal en el nuevo templo dedicado a la Santísima Trinidad construido a base de esfuerzos y apoyo de la comunidad, es la familia trinitaria reflejada en comunión vivida en la construcción de esta obra de bendición para alabanza y gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo